Comprendió que Dios es el Creador del Universo, una persona viva con la que tendría que encontrarse algún día, y este pensamiento lo asustaba. Además tomó conciencia de la absoluta santidad de Dios. Ante semejante nivel de exigencia, Lutero se preguntó cómo Dios podría satisfacerse con algo que el hombre le diese. ¿Cuántas buenas obras tendría que hacer para poder esperar que un día Dios lo recibiera? Con dolor descubrió que era imposible atravesar la infinita distancia que separa al hombre pecador del Dios santo. Cuando Lutero se dio cuenta de que jamás podría satisfacer totalmente la justicia de Dios, la desesperación lo embargó de nuevo. Más tarde, relatando esta etapa de su vida, dijo: «En esa época era el hombre más desdichado de la tierra».
PD: Tomado de: amen-amen.net / LaBuenaSemilla.net