Hay una paradoja en las
despedidas de años. La despedida en si no nos da la indicación para que
nuestras vidas sean diferentes por el mero hecho de la llegada del nuevo año,
donde las influencias negativas que aportó el año que estamos a punto de
concluir dejen de marcar nuestras vidas presentes. Nos proponemos traer nuevas
ideas, comienzos y hasta nuevos destinos de vida. Planificamos nuestras nuevas
resoluciones y comenzamos analizar nuestro nuevo comienzo. Desesperadamente deseamos
que el año “viejo” termine lo antes posible. Pasan las horas y cuando está a
punto de llegar ese minuto final tan esperado “ las once y cincuenta y nueve”,
comienza el festejo, unos a llorar lamentos y tristezas por aquellos que no
lograron estar a nuestro lado este último minuto del año: un hijo, mama, papa,
esposo o esposa, etc. Comienza el primer minuto en este nuevo año con una
tristeza conformada de sentimientos encontrados, todos en un minuto. Se colman
nuestros pensamientos de recuerdos y nuestros oídos de sonidos producto de la
pirotecnia. Se experimenta una montaña rusa de emociones entre tristeza,
esperanza, alegría y sosiego. Ha comenzado un año nuevo y con este una nueva
vida. Al llegar el minuto cinco del nuevo año se comienza a experimentar
cambios significativos en nuestros estados de ánimo. Los llorosos dejan de
enjuagar sus rostros, los hasta ese momento sonrientes comienzan a tener
miradas perdidas, el espectáculo del cielo lleno de humo y los altos niveles de
ruidos producto de la pirotecnia comienzan a incomodarnos.
¡Es Año Nuevo! Aquel deseo de un nuevo comienzo se
mantiene asomado en nuestras emociones. Sin embargo la historia no cambió.
Comienzan las sirenas a tropezar con la celebración, el correr de los
paramédicos y el traslado de los heridos a sus destinos no esperados. Aquellos
deseos de alegría comienzan a tropezar con la tristeza. Encontramos nuevamente
la realidad de nuestras vidas. Ella (La Vida) continúa igual.
Tomamos nuevamente un
momento de nuestro Kronos para empujar nuestro pensar a ese destino que
queremos. ¿Marcar el reloj en un minuto específico es comenzar una nueva vida?
¡NO! El Reloj no hace ninguna diferencia, es la misma vida, la diferencia no es
que necesitamos ese minuto en particular sino la determinación de cambiar
nuestro pensar. Necesitamos marcar ese minuto no por emociones sino por
reacciones y comenzar a buscar minutos, horas y días diferentes en nuestras
vidas. Lo logramos cuando dejamos atrás el odio y los malos recuerdos por amor
y esperanza, la tristeza por la alegría de seguir viviendo, no por lo que se
fue sino por lo que se quedó. Es el momento de decirle a nuestro destino “Tú no
me cargas a mí, en cambio yo soy el que te dirige”.
Cuando cambiamos ese NO
por un SI, ese no puedo por el anhelo en buscar el éxito desconocido; ese es el
triunfo de la vida. Cuando tómanos la decisión de que ese minuto en particular
fue preparado por un Kairo; ese es el minuto de reflexionar sobre ese pasado
aturdo, es abandonar todo lo negativo que hemos tenido, es detenernos a
planificar, caminar y construir un pensamiento de futuro, es tener el valor de
cabalgar el Kronos de la vida con fuerza y con ímpetu hacia una determinación
con nuevos bríos. No podemos levantarnos en el primer día de año con las mismas
ideas del año saliente, sino transformar nuestra mente en un nuevo caminar. Nos
preguntamos; ¿Para qué tener la encomienda de celebrar el año nuevo y poner
nuevas resoluciones que tienden a ser las mismas de años pasados cuando
realmente no ponemos en armonía el nuevo año con un nuevo comenzar?
El pasado no regresa,
queda en la historia, en un recordar. Sin embargo, nos enfocamos precisamente
en esa historia cuando podemos establecer un nuevo porvenir, que marca el
camino que trazamos en nuestros destinos. Marquemos este nuevo año en nuestras
vidas como lo que es “un nuevo año”, un nuevo comenzar y entender que el año
saliente será plasmado en un calendario y nuestras vidas en una recado. Termina
un año. Cada año es como el capítulo de un libro. Cierra una historia y da la
oportunidad para una nueva experiencia. Muchos no logran escribir nuevas
historias en su vida porque sencillamente les cuesta cerrar capítulos
anteriores. Muchos sentimientos, temores, dudas, alegrías o angustias se
experimentan al comenzar un nuevo año. Lo único que da fuerza es cuando
platicamos con el Señor. Él promete estar a nuestro lado. Aprendamos de ese
pasado y seamos mejores seres humanos. Que nuestros deseos de vivir superen ese
minuto que tanto esperamos, que este nuevo año sea una extensión para completar
lo que no hemos logrado en este año saliente y enfoquemos nuestras vidas en
comenzar un nuevo calendario.
Que la paz de Dios te Acompañe,
Que este año nuevo sea de ricas y abundantes Bendiciones
en tu vida
Los sinceros deseos a todos
Pedro García