Para aquellos que por una razón u otra le fue robado....
Le dedicó este poema...
Cuando el amanecer de mi vida.
Flotaba en los mares sin salida,
Mis pulmones se llenaban de energía,
Tu aliento aún no lo percibía,
Cuando mis ojos lograban ver una luz resplandeciente,
Aún no lo reconocía.
Mi vida se transformaba en una obra creada,
Más no podía saber quién era su autor,
Pero si entendía que todo era maravilloso,
Comencé a mover mis manos,
Luego mis pies,
Mis labios comenzaron
a empujar zumbidos,
Como una pequeña ave en su anidar
Lo que buscaba
Como una luz que alumbraba,
Mis ojos sin ver.
No veía que, sin embargo
Sabía que eras parte de mí,
Ahí estabas tú,
¡Ahí estabas tú!,
Como arma forzada
Cuando tenía miedo,
Tú me reconfortabas,
Cuando era oscuro,
Tú me dabas luz,
Me protegías de noche,
Me protegías de día,
Velabas que no me faltara nada,
Velabas, velabas, velabas,
Preguntaba en mi interior
Como te llamabas,
¡Gritaba! ¿Quién tú eres?...
Que traías con tu cansancio
Todos los alimentos a mi hogar...
Cuando mi cuerpecito
Estaba mal acompañado,
Y los roedores asechaban mi casa
Te levantabas en la madrugaba,
Me trasportabas al lugar donde me sanaban.
Cuando todo iba bien,
Su rostro sonreía,
En silencio amabas sin decir una sola palabra,
Me llevaste a lugares hermosos,
Me cuidabas, me acompañabas, me protegías.
..Ya podía distinguir
Lo que me rodeaba,
Su nombre es “Papa”
Papa fueron mis primeras palabras,
Los idiomas traspasaban todo mi ser,
Porque también pronuncie “ Dad... Dad... Dad....
Una y otra vez...
Luego....
Deje de ser niño
Mi cuerpecito, dejo su espacio pequeño
Comencé a crecer...
Llegó el momento de las enseñanzas de la vida,
Estaba en un jardín jugaba con mis amigos,
De repente escuché un terremoto, llamado timbre,
Que detenía mi pasión por correr...
Papa me tomó por mis brazos,
Y me presentó como todo un Rey...
De lejos como faro de Mar
Ahí estabas, guiando tu embarcación.
Un día, mi memoria no distingue, no recuerdo más,
Te esforzaste en ser lo mejor que Dios me había dado,
Luchaste, pero no entendías...
Cuando pronuncie su nombre;
¿Dónde está mi Papá?
¿Dónde está?
¿Dónde está?
Mas no lo encontré.
Llegó uno que no conocía,
Parecía luz, mas no lo era,
Parecía amor, pero escondía,
Parecía vida, pero era oscuridad.
Te arrebató de mí...
Me robó...
Te buscaba como al principio de la vida misma,
Más no te hallé,
Gritaba como antes,
Más ya no me escuchabas.
Lloré, lloré y lloré
Crecí con ese dolor...
¿Quién me protegerá?
¿Quién estará conmigo como árbitro
silbando mis juegos? ...
Pasó mucho tiempo
Mi alma olvidó contar mi soledad como las estrellas,
En medio del cansancio por mi búsqueda...
Encontré a uno llamado Jesús,
Por el amor:
Reconfortó mi alma,
Reconfortó mi dolor;
Devolvió a mis labios el decir: Papa...
Nadie puede llamar Papá a su padre,
Si no fuese hijo de Él.
Me enseñó,
Devolvió lo que se me había perdido.
Todo Él lo cambio,
El rencor,
El odio
El coraje
Entendí que fue por su sangre que rompió
aquel decreto que se me había impuesto.
No solo me enseñó,
El me devolvió lo que no estaba conmigo
No solo por lo que me enseñó mi Jesús,
Sino que sanó mi corazón,
Por amor a mi eternidad...
Ahora si te puedo decir: “Te Amo Padre”
No importa donde tu estés
Tú sigues siendo mi “Papá” ....
Julio 20 2015
Pedro García Jiménez Orocovis PR